Irapuato, México, 1951 – Tepoztlán, México, 1995
Chamán urbano y buscador de la verdad, Guillermo Borja fue una de esas personas que nos incomodan y acobardan, no por su autoridad, su prestigio, su estatura y su fama, sino por su gran honestidad.
«Memonio», como lo conocían sus amigos y pacientes, sostenía que sólo podemos sanarnos y sanar a otros si nos atrevemos a mirar de frente y en profundidad nuestra propia locura y aceptamos la locura del prójimo. Su oficio lo llevó a la calle, al desierto, y al penal de Almoloya, donde estuvo recluido por tres años y de paso convirtió al pabellón de psicóticos del penal y sus internos en un modelo de solidaridad y humanidad. Murió de SIDA en julio de 1995, a los seis meses de ser liberado.
Psicología del Caos